Hoy les comparto una receta con arándanos frescos, que me regaló una amiga y que he disfrutado muchísimo, porque tienen un sabor tan distinto al arándano seco, que incluso llegué a pensar que se trataba de otra fruta distinta. El arándanos fresco tiene un sabor ácido que no tiene el seco (por la concentración de azucar), y se balancea muy bien con el dulce del resto de la receta. Perfecta para acompañar con queso blanco con vainillin o solo como está.
Ingredientes:
4 claras, 1/2 taza de leche desnatada, ralladura y jugo de 1 limón, 1 cucharada de agave o algún otro endulzante apto, 1 cucharada de aceite, 1/2 taza de avena integral, 1 taza de harina de quinoa, 1 cucharadita de levadura química, y arándanos a gusto (yo le puse una taza entera).
Batir las claras ligeramente con la leche, la ralladura de limón y el ágave. Agregar la avena, el jugo de limón y la levadura, mezclar y agregar los arándanos lavados. Mezclar, volcar en molde de 20x20 con papel de horno y hornear a 180º hasta que esté doradito.
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